martes, 13 de noviembre de 2012

Un Santafesino de veras...

José María (Rubén del Solar) Aguilar
La Gallareta, provincia de Santa Fe, Argentina, 23 de febrero de 1947

“La descubrí en mi pueblo, La Gallareta, escuchando a guitarreros populares como Ojeda, Altamirano y Lopecito, entre muchos otros”, cuenta Rubén del Solar, compositor, guitarrista y divulgador de música popular argentina. Cuando tenía once años su padre, que presidía un club pequeño en aquel pueblo forestal del norte santafesino, tuvo una feliz idea: llevó a tocar allí al guitarrista, compositor y cantante Eduardo Falú. “A mí ya me gustaba el instrumento, pero eso fue definitivo: nunca más estuve lejos de este templo que es la guitarra, donde suelo orar con melodías”, confiesa.
Mientras cursaba la escuela primaria empezó a “sacar música de oído”, pero pronto se encontró limitado en sus posibilidades. La adolescencia lo halló radicado en la ciudad de Santa Fe, donde estudiaba en el Colegio La Salle Jobson y tomaba clases con la profesora Luisa Stigliano. Luego ingresó al Instituto Superior de Música, donde se formó con maestros como Jorge Martínez Zárate, Enrique Nuñez, Irineo Cuevas y Néstor Ausqui, y egresó como profesor en la especialidad Guitarra.
En una de las peñas que frecuentaba conoció al poeta sanjavierino Julio Migno, quien al escucharlo cantar lo invitó a compartir una mesa en la que también estaba el dibujante santafesino Juan Arancio. La escena ya anunciaba lo que vendría: entre mates y guitarreada en su casa paterna, el vate y el guitarrista compusieron “La costerita”, un auténtico himno de la costa que se popularizó y recorrió el mundo en boca de tres generaciones. “Mire señora -cuenta Del Solar que Migno le dijo a su madre en ese momento-, hicimos con su hijo algo que va a quedar para siempre”. Pasaron cuarenta años y la profecía se cumplió: este clásico de la música litoraleña se canta en las escuelas, fue grabado en Viena, Italia, Bulgaria, y llegó a distantes latitudes como India.
Rubén del Solar tenía entonces 24 años y, cautivado por la música popular, su camino estaba trazado. “El folclore es el medio por el que me interpreto, por el que expreso el sentimiento de mi gente. Sea una milonga, un chamamé o una zamba, nuestra identidad es eso”, sostiene el músico, que se dedicó no sólo a perfeccionar su técnica guitarrística, sino a investigar rasgos de la cultura popular argentina y especialmente del Litoral. Fue invitado en tres ocasiones al Congreso Latinoamericano de Folclore del Mercosur, realizado en Buenos Aires, en carácter de investigador, y la Federación Brasileño-Argentino-Paraguaya le otorgó el Primer Premio por su investigación “Indagando en la cultura regional”, en la ciudad de Encarnación del Paraguay.
Del Solar tocó como solista de guitarra y cantante en escenarios de Argentina, Latinoamérica y Europa: en 1998 tocó en la ciudad francesa de Rouen y en Jaen, España. En el Foro Cultural Universitario de Santa Fe presentó su primer disco Mi país, mi canto y mi sentir, con tapa ilustrada por Juan Arancio. Y al año siguiente interpretó un repertorio solista acompañado por la Banda Sinfónica dirigida por el maestro Miguel Lisi. En 2000 se dio el gusto de tocar tangos junto al bandoneonista Rodolfo Mederos y en el Festival de Baradero junto a Mariano Mores; participó del ciclo “Guitarras del mundo” a dúo con Daniel Temporelli.
Tiene un vínculo intenso con el público uruguayo, que lo adoptó casi como un artista propio. Compartió amistad, escenario y grabaciones con Nelson Olivera, guitarrista de Alfredo Zitarrosa, de Roberto Goyeneche y de Roberto Grela, entre otros, a quien conoció en 2005 en Montevideo, cuando llevó su música al Festival de la Patria Grande: estaba por subir al escenario cuando se le acercaron dos guitarristas (Nelson Olivera y Luis Santana) y le propusieron acompañarlo en vivo. Aquel encuentro derivó en la grabación del disco Música de tres orillas, que incluye temas de las costas de los ríos Uruguay, Paraná y Salado, con la participación del mencionado Luis Santana, los también uruguayos Marcel Chávez y Silvio Ortega (ex integrantes del Cuarteto Zitarrosa), y Jorge Fandermole. De sus amigos uruguayos, sólo Olivera no pudo ser de la partida, afectado entonces por una enfermedad.
Su faceta de divulgador lo ha llevado a dar charlas didácticas sobre distintos géneros musicales argentinos e instrumentos de los pueblos originarios, entre las que se destacan las realizadas en el Palacio del Mate, en Posadas, con Ramón Ayala, María Ofelia y Antonio Tarragó Ros, y en el Museo Etnográfico de Santa Fe sobre Martín Fierro y la payada.
Su reencuentro con la obra de Julio Migno se dio en 2003, cuando la familia del poeta le pidió que musicalizara algunos de sus versos. Al año siguiente interpretó obras del poeta y compositor Andrés Schmets, de su libro y disco A orillas del silencio.
Distinguido con la Orden del Poncho, la Guitarra de Plata en Uruguay y como Huésped de Honor de Itá en Paraguay, la obra de Rubén del Solar es más reconocida fuera de las fronteras santafesinas que en su propia tierra. Entre sus anécdotas del camino de la música, recuerda haber dado un concierto en un museo privado de Buenos Aires, en 1997, con una guitarra que perteneció a José de San Martín. “Esa guitarra con la que toqué es la verdadera que usó nuestro prócer, lo que me produjo una meoción muy grande. Está en un museo preivado de Buenos Aires, suena bien, es chiquita como eran en esa época y es de origen francés, ya que San Martín había tomado algunas clases con el gran maestro Fernando Sor”, dice Del Solar.
Uno de sus legados fue la Asociación Amigos de la Guitarra, que creó -junto con Miguel Frutos- en la ciudad de Santa Fe, el 16 de junio de 1992, para difundir y promover el estudio del instrumento. “La guitarra es mi vida y mi vida es la guitarra -dice Rubén del Solar-, compañera de interminables soledades y de noches con amigos. Por eso digo, con Romain Rolland, que ‘acurrucado con la guitarra contra el corazón, oigo el latido de la vida eterna’”.

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